El Dorado, u “ hombre de oro” está asociado al ritual de coronación de los reyes muiscas o chibchas, pueblo indígena que pobló la región andina correspondiente a la parte central de la actual Colombia hace más de quinientos años, y que se llevaba a cabo en la laguna de Guatavita al norte de Bogotá.
Con el tiempo, El Dorado, se utilizó para definir a una ciudad de oro perdida o incluso toda una región, que los conquistadores españoles, exploradores y buscadores de tesoros intentaron encontrar por todos los medios pero sin éxito.
Ritual de leyenda.
De acuerdo con la leyenda, en el pueblo de los muiscas, cuando era necesario coronar a un nuevo monarca, se sometía al futuro rey a un periodo de abstinencia y se le aislaba en una cueva.
Cuando por fin llegaba el día de la coronación se conducía al futuro rey en una balsa a la laguna de Guatavita acompañado de cuatro asistentes, un lugar remoto formado por un cráter volcánico extinto con el fin de dar ofrendas a los dioses para que bendijesen su reinado.
La balsa, hecha de cañas, estaba cargada de enormes tesoros como oro y esmeraldas y también portaba cuatro incensarios que desprendían un humo espeso y que dotaban a la ceremonia de un ambiente místico y solemne. Sin embargo la ofrenda más espectacular era el futuro rey en sí mismo, su cuerpo desnudo había sido impregnado de una sustancia resinosa y pegajosa, y se había espolvoreado sobre é un fino polvo de oro que cubría todo su cuerpo, teniendo como resultado un hombre brillante de oro, El Dorado.
El gran momento ocurría cuando la balsa en medio e trompetas y cánticos en las orillas, llegaba al centro de la laguna. Poco después el silencio alcanzaba la multitud y los asistentes arrojaban el oro y las esmeraldas al agua. A continuación el futuro rey se lanzaba al agua. En el momento que emergía se le limpiaban los restos del polvo que pudieran quedar de oro y se convertía en el rey de los muiscas.